El terrorismo en el Perú actual: Un mal que nos sigue haciendo daño desde sus sombras.

El terrorismo es una de las problemáticas más trágicas y destructivas que ha enfrentado el Perú en su historia reciente. Durante las décadas de 1980 y 1990, el país vivió un período de violencia despiadada protagonizado principalmente por dos grupos terroristas: Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Asimismo, el terrorismo como se conocía cayó junto a la caída del genocida Abimael Guzmán el 12 de septiembre de 1992 en su residencia en Surco.  Sin embargo, a pesar de que la caída del antes mencionado haya significado un gran golpe para el terrorismo, este no murió esa mañana de septiembre; a lo largo de los últimos años esta ha ido reintegrándose cada vez con más severidad en nuestra sociedad actual. En el presente ensayo se pretende reflexionar sobre el peligro que parece no ser muy bien visualizado por nuestras autoridades, buscamos también concientizar a las personas adultas que logren inculcar esta realidad dentro de sus hogares con el fin de no repetir los mismos golpes que el Perú recibió por tantos años. Frente a un problema de esta gran magnitud, debemos tener muy en cuenta las maniobras y las estrategias que se presentan para tratar de captar/manipular sus más perversas intenciones. En ese sentido, se presentan los siguientes argumentos para defender nuestra tesis.

Después de la captura de Abimael Guzmán, los remanentes terroristas fueran a parar en las zonas más inhóspitas del alto Perú; logrando que se interponga un afianzamiento terrorista en las zonas rurales; dando así paso a el surgimiento del narcoterrorismo gracias a los lugares remotos en los que se han establecido, afectando con mayor proporcionalidad a los pobladores de estas, dejando un gran espacio que es muy bien aprovechado por estos mismos para afianzar sus propósitos sin mayores inconvenientes. Según, (Danielle Annoni. 2017), “El narcoterrorismo en el Perú continúa siendo una realidad incómoda dentro del escenario nacional. Aunque el terrorismo en sí no representa una amenaza como lo fue en los años 80 y 90, éste ha mutado, encontrando nuevas fuentes de financiamiento”. La lucha contra el terrorismo es una gran tarea que todos los gobiernos están obligados a atender. Si bien es cierto que la captura, en 1992, de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, así como la Operación Chavín de Huántar llevada a cabo en 1997, le restó fuerza al terrorismo, se debe comprender que éste todavía no ha muerto.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) considera que los atentados terroristas realizados en los años 80´y 90´, fueron un mal llamado “Conflicto Armado Interno”. Sin embargo, este argumento es absolutamente errado. La defensa realizada por las Fuerzas Armadas fueron muy necesarias para lograr combatir el avance terrorista, no solo en el interior del país, también en las zonas urbanas del país; es como tratar de apagar un incendio con gasolina, el accionar de las Fuerzas Armadas están para eso, para defender la integridad del país. Al observar las revistas y periódicos de esos años, al igual que los múltiples reportajes e informes que existen, podemos darnos cuenta de todos los abusos realizados por los miembros terroristas del “MRTA” y “SL”. Es fácil engañar a unos cuantos, pero nunca puedes mentirle a la historia; para estos tiempos muchos estudiantes en zonas andinas eran reclutados para pelear junto a ellos a “capa y espada” contra los distintos grupos militares, muchos de estos eran infiltrados dentro de las comunidades. Aprovechándose así del poco conocimiento y registro para poder victimizarse, logrando así dejar muy mal parada a las Fuerzas Armadas.  Un Perú sin una defensa sólida y eficaz, pudo dar paso a eventos aún más trágicos, como los que pudieron haber sido desencadenados frente a una inoperancia militar en esos tiempos. Pudo dejar el control del país echado a la suerte de las perversas mentes de los líderes terroristas del “MRTA” y del “SL”, esto sólo hubiera sido el inicio del fin de la democracia que, aunque muy criticada, es muy necesaria para la sostenibilidad de nuestro país.   

Entre los años 2014 y 2017, El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, a través de su Dirección General de Defensa Pública y Acceso a la Justicia, asumió 484 patrocinios en el delito de terrorismo.  La mayor demanda provenía de los departamentos de Lima (349), Ayacucho (56) y Huánuco (37). Pese a los esfuerzos que se vienen realizando, se observa que las falencias relacionadas con recursos humanos se deben también a que el personal policial mantiene un tiempo de permanencia excesivo en el VRAEM. A ello se suma la necesidad de que este personal siga recibiendo capacitaciones sobre operaciones especiales e investigación criminal, así como de adquirir equipos de protección personal (EPP) y equipos personales de detección radiológica para el Departamento de Prevención e Investigación de Armas de Destrucción Masiva dependiente de la División de Investigación de Terrorismo Internacional (Diviti) de la Dircote Según el Instituto Nacional Penitenciario (INPE, 2019), a junio de 2018 existían 303 personas privadas de su libertad por el delito de terrorismo, de las cuales el 92 % son hombres y el 8 % mujeres. En cuanto a su condición carcelaria, el 74 % tiene sentencia y el 26 % está siendo procesado.

A su vez, en el año 2014 Daniel Urresti, ministro del Interior en el período de Ollanta Humala declaró lo siguiente “Esto va a ser histórico. Cuando estos señores revivan el partido de Sendero Luminoso y comience la destrucción, que quede este como un día histórico que el ministro del Interior advirtió”, señaló Urresti. Tiene que entender la juventud que Sendero Luminoso está tratando de revivir. Y yo tengo la responsabilidad, como ministro del Interior, de hacerlo conocer”, replicó Urresti.

Estamos de acuerdo con las palabras del exministro Daniel Urresti, consideramos que el terrorismo es una amenaza latente y muy presente en nuestra cotidianidad, desde un pequeño tweet en Twitter, hacia una convocatoria en una comunidad rural. Todo eso representa un peligro al cual podemos estar sometidos sin darnos cuenta.

 

Concluyendo con nuestra tesis, somos conscientes de que, el terrorismo va ganando terreno desde puntos tan dóciles que parecen no ser percibidos por el estado. Asimismo, va buscando persuadir/reclutar usando discursos políticos con tintes muy rojos que denotan lo que fueron esos años trágicos.  No tenemos que descuidar la lucha antiterrorista, aunque, a la luz de sus actos, ahora el terrorismo se presenta aliado del narcotráfico, un flagelo, igualmente, peligroso para el país. El poco accionar de los distintos jefes de estado en estos últimos años, no solo por liberar a muchos sentenciados por terrorismo como si de simples delincuentes se tratara, esto mismo ha desencadenado que esta gran amenaza empiece a tomar más fuerzas; afianzándose no solo en el control de masas, también ahora en el narcotráfico. Manipulación por parte de los remanentes terroristas en el Perú profundo. Asimismo, de manera estratégica crean discursos políticos dirigidos hacia la juventud con el fin de persuadirlos. Aún tenemos grandes carencias en nuestro país, y recordar el pasado nos ayuda a no volver a tropezar con las mismas piedras que tanto daño nos hicieron. Es un deber cívico y moral, por todas las personas que padecieron estas atrocidades, el no olvidar que donde hubo sangre aún quedan rastros de dolor; una gran mancha que siempre cargaremos.